Cuando un ser querido fallece puede sumarse una dificultad al momento tan doloroso que podemos estar viviendo: contarle a nuestro hijo que ha sucedido. La forma en que lo hagamos será muy importante en el desarrollo de los acontecimientos posteriores en lo que se refiere a ese niño. Os damos algunas pautas que os orienten en este proceso:

Uno de los puntos más importante es contarte siempre la verdad. No hace falta entrar en detalles, basta con decirles que esta persona ha muerto y  no le volveremos a ver más”.

La edad del niño determinará la forma en que se lo contemos, por lo que debemos adaptar el mensaje a su edad. No es hasta los 6 años cuando adquieren el concepto de muerte como algo irreversible, de ahí la importancia de decirle que no le volveremos a ver más. Podemos utilizar una mascota como ejemplo para explicarles el concepto de muerte.

Cuidado con la literalidad o las metáforas, especialmente cuando son pequeños. Debemos cuidar expresiones como  “está dormidito” o “ya descansa en paz”, ya que el niño puede mal interpretar esa frase y pensar que si él se va a dormir le puede pasar lo mismo.  Al igual con expresiones como “se murió por una enfermedad”, pues si no le aclaramos esta expresión puede generar una preocupación innecesaria a ponerse enfermo.

Tendemos a evitar llorar delante de ellos, sin embargo esto puede ser perjudicial, ya que nuestro hijo puede pensar que es un tema tabú y no quiera hablar de él. Por ello debemos normalizar las emociones, tanto las suyas como las nuestras, y ayudarle a manejar y gestionar su propia tristeza.

No es necesario dejar a los niños al margen de las ceremonias de despedida, si bien es preferible evitar el tanatorio, el niño si puede hacerle un dibujo o llevarle flores al cementerio, ya que le ayudará a despedirse de esta persona.

En cualquier caso, es normal que el niño requiera de un tiempo de duelo y éste va a variar de un niño a otro. Sin embargo en ocasiones puede complicarse y pueden aparecer dificultades para superar la pérdida. En estos casos os recomendamos acudir a un profesional que ayude a orientar al niño y a la familia en estos momentos. Algunos signos de alarma son: irritabilidad, sentimiento de culpa, problemas de alimentación, miedos, volverse a hacerse pis…